lunes, 27 de febrero de 2017

Y así ella va pasando, la vida digo.


Los afortunados que desafortunadamente han estado en contacto con la muerte, dicen que es ella misma la que te hace apreciar la vida. Los arrepentidos dicen que no te das cuenta del valor de algo hasta que lo pierdes. Los mal dicho perdedores, dicen que el valor de la victoria sabe mejor después de una gran derrota. Y yo que soy de mediterráneo y me encanta el sol y la playa digo, que el sol brilla más cuando hace días que vives bajo el cielo londinense.
Me enerva. Me despierta el más máximo cabreo ver que yo estoy dentro de ese grupo de seres masoquistas y desagradecidos. Que quiero cambiarlo y no sé ni por dónde empezar a recortar actitudes, persones, papel en sucio.
Y te hablo en serio cuando te digo que me he propuesto seguir las regles de los “vidaventureros” más de veinte veces con lo poco o mucho que llevamos de año, pero cuando creo haberlo introducido en mi rutina, me doy cuenta que aún no habían pasado esos 21 días que dicen ser necesarios, y automáticamente me doy cuenta que casi lo logro, pero el casi pesa más que el logro.  Así que siempre encuentro alguna excusa para dejar de vivirlo todo como si la vida fuera nuestro mayor regalo. Estoy cansada, hoy no he tomado café, me duele la cabeza, hoy es lunes, o simplemente porque hace mucho que no me quejo de nada y me lo merezco.
Entonces gracias a X, quizás un martes cualquiera pase algo que nos haga cambiar la visión sobre el mundo, pero, gracias o por culpa del tiempo, si no nos lo anotamos o vemos algún vídeo de Victor Kuppers que nos lo recuerde, el viernes ya se nos habrá olvidado.
Así que no sé qué es más grave, si el hecho de necesitar una resta para apreciar una suma, cuando en realidad vivimos en una suma continua de sucesos, de aprendizajes. O el hecho de tener memoria a corto plazo cuando se trata de temas que van más allá de recordar que mañana tenemos cita con el dentista.

Y así, en medio de excusas y sonrisas de Instagram, se nos pasa la vida.

jueves, 16 de febrero de 2017

Ella y sus cosas

Que cada mañana come tostadas, y cada día se le vuelven a quemar.
Que cuando sale una canción nueva nunca le gusta, pero siempre acaba bailándola como si se acabara el mundo mañana.
Que detesta el humo del tabaco, y que baila mejor cuando nadie la mira.
Que le da igual la crítica mientas se sienta feliz, porque así ellos mueren más que ella.
Que reclama a gritos tiempo libre pero detesta aburrirse. Y que le encanta dormir, pero cuando puede hacerlo nunca le va bien.
Que se ha propuesto aprender a tocar la guitarra un millón de veces pero solo sabe hacer el Sol. Y que aunque haya ido mil veces a Gràcia siempre acaba perdiéndose, y que por eso le encanta.
Que le encanta la gente, la buena gente. Y observarlos mientras imagina sus vidas de vuelta a casa.
Que si algo le va mal lo manda a la mierda rápido, demasiado, pero a los dos segundo ya vuelve a estar al pie del cañon.
Y que los suyos son intocables.
Que según su ley si vas un dia al gimnasio puedes comerte dos pastas de chocolate.
Y se ilusiona rápido y ama lento, para que le dure más.
Y que puede perdonar mil veces, pero la definitiva no tiene vuelta atrás.
Que le encanta la playa, las bravas y la cerveza fría. Y viajar más.
Y que cuando esta eufórica no puede evitar hablar alto.

Ella a cien mil revoluciones y sueños. ¡Y que mil cosas más! ~nna🔏