Ella era incapaz de imaginarse como podía albergarse tanto dolor en un solo corazón,
deberíamos tener dos corazones para poder gestionar todo ese dolor que ella sentía.
Tenía miedo, se sentía culpable, se sentía sola, débil y abatida. Esa
incertidumbre de lo que siempre había tenido fijo y seguro. Estaba rota.
Estaba tan triste que parecía que la decisión final ya se la hubieran hecho
saber, no podía almacenar tanta tristeza, se estaba muriendo, se estaba dejando
morir.
Ella deseaba el aire fresco que se llevara toda esa mierda, que la hiciera feliz
de golpe, que los hiciera desvivirse el uno por el otro como si no hubiera
mañana.
Vuelve a llorar, vuelve a destrozarse.
No estamos hechos para soportar tanto dolor.
Te quiero.
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