Yo, paso.

Tal vez no vaya conmigo, pero hoy me voy a permitir la osadía de escribir sobre ello.

Me das igual tú, que hablas español hasta la médula. Me das igual tú, el que quema banderas de cualquier color. Me das igual tú, que defiendes aquello que crees saber y no conoces ni la mitad. Me das igual tú también, el que piensa como yo o pensaba, yo ahora ya no pienso nada. También me das igual tú, el archienemigo del líder de mis ideales, mis ideales ya no pertenecen a nadie en concreto, solo a mi. También me das igual tú, el que siempre se posiciona según le favorezca. Tú también me das igual, el que cree que pienso como él, yo ya no pienso como nadie, pienso como yo. Y de ti también paso, el que siempre está intentando sacar alguna polémica a flote porque parece que no tiene bastante con su aburrida vida. Ah, me olvidaba, no por último menos importante, y también paso de ti maldita red social que sobrevive de chismorreos ajenos.

Hoy paso de la gente que se posiciona delante de gente con la que poder discutir, si solo buscáis eso, poder caldear un rato la conversación, para reafirmar vuestras ideas dejando de lado y medio las opiniones contrarias, sin ni siquiera tenerlas en cuenta.

Hoy paso de la gente inflexible, hoy paso de los que solo saben criticar sin aportar una decisión sabia que acabe con cualquier crítica.

Me parece vergonzoso tener en un pedestal a cualquier persona, a no ser que haya hecho un acto de humanidad insuperable, haya salvado una vida, o te regale la suya. Hoy creo que el primero que se debe tener en un pedestal es a uno mismo.

Yo, hoy, a partir de ahora, no voy a aclamar ni un nombre político, ni religioso, ni deportivo, ni televisivo. Yo hoy no voy a tener como héroe alguien quien no me tenga en cuenta a mi.

Yo, hoy, paso de la sociedad hasta que no se limpie el culo.