Quiero algo, no sé de qué se trata, pero lo
quiero. Quiero huir y regresar habiéndolo logrado. No sé des de donde partir ni
hacía donde ir, solo sé que solo me necesito a mi como única compañera de
viaje. Quizás esté cerca la respuesta, pero no me lo parece, creo que se trata
de uno de esos viajes largos que es mejor no prever su fecha de regreso.
No quiero perder lo logrado pero tampoco quedarme
solo con ello. Sabemos que hay riesgo de perder la maleta, al partir siempre
pueden perderse cosas, recuerdos, personas, lugares. No sé si allí necesitaré
una maleta ligera o una pesada, llena de invierno. Me pesa, quizás podría pesar
menos, debo aprender a vaciarla de vez en cuando y rellenarla de pesos
llevaderos que no me importe cargar.
Supongo que huir sin destino es de cobardes, o
quizás de aventureros, no lo sé, depende de la época en que me pille.
Quiero lo que tengo, quiero lo que me espera, pero
no quiero lo que pasó. Lo quiero todo, pero prefiero prescindir del pasado. No
es que no quiera cargarlo, porque por respeto se lo debo, pero no quiero
regresarlo.
Querría vivir sin aliento cada uno de mis días pero
de ser así me quedaría sin el aliento que tanto necesito. Supongo que no puede
abarcarse todo, algún día espero comprenderlo, quizás cuando sea adulta, o
anciana, o nunca.
Aunque lo he estado pensando y quizás no necesite
un largo viaje, pero sí un destino cautivador y unas sendas ni demasiado duras
ni demasiado blandas, lo justo para que se marque mi huella al pasar.
Quizás el viaje esté en la acera de enfrente, quizás
al otro lado del charco. Sea como sea, será emocionante su búsqueda.
Haz las maletas, vamos a buscarlo.