lunes, 14 de enero de 2019

Que rompa lo llano


Que venga. Que golpee con fuerza. Que me devuelva mi euforia, esa que me hacer caer tan bajo a veces. Pero que venga. Quiero mi montaña rusa de vuelta, quiero mi ilusión por una simple cerveza de jueves, quiero mi pasión por cada rincón que descubro, quiero mis ganas de vivir con esa fuerza que asusta, quiero mi magia en cada aleteo de mariposa, quiero mis ansias de cambio, quiero mi luz que deslumbra a los miedos, quiero que vuelva mi yo, y que venga tan fuerte que asuste, como siempre haces cuando brillas. 

Me quiero (de vuelta).

/nna.

domingo, 14 de octubre de 2018

Llámalo Agosto.


Me acuerdo de agosto.

Me acuerdo de su calor frío, y de sus giros de 360 grados. Me acuerdo de sus idas y venidas, de sus portazos vacíos, y de sus paseos llenos. Y de llamadas, sobretodo de llamadas. 

Me acuerdo de agosto y me acuerdo de su sabor. Olía a verano, olía a risas y a cervezas, olía a olas y a atardeceres en la playa, olía a cambios y olía a encontrarnos detrás de una voz amiga.

Agosto eran llamadas que te llevaban a flote, agosto era escaparse para encontrarse, agosto era conexión en plena desconexión, agosto era una cuesta arriba y una frenada a media bajada. Agosto eran sorpresas, agrias o dulces, pero sorpresas. Agosto era imaginar ir lejos aun quedándose plantado.

Agosto era convencerse de que “todo pasa por algo”, septiembre era creérselo.

Agosto era la risa a medio llanto y la paz en pleno caos. Agosto era encontrar algo sin buscarlo y buscar lo “in-buscable”. Agosto y su antítesis emocional que te agarraba, te abrazaba y te rompía.

Agosto eras Tú y era Yo. Agosto eran ellos que nos unieron más. Agosto era el final de la bajada de julio, pero también la dulce subida de septiembre.

Agosto era buscarnos, septiembre era encontrarnos.

(Y es que para ser septiembre primero hay que ser muy agosto)

*NNA. 



jueves, 11 de octubre de 2018

Suertes.


-“Eh, solo quería volver a mirarte”-.

Todas las veces que nos despedíamos y solo pensaba en volver a verte, en encontrar esa excusa que me salvara para poder volver a respirar un poco de ti. Todos los planes que pensé que llevaban nuestro nombre, y todas las montañas que quería lograr de tu mano. Todas las ganas de vivir un nosotros que nos aislara del mundo y nos diera igual. Porque juntos lo teníamos todo, y brillábamos sin necesidad de nadie más. Porque era nuestro aire lo único que necesitábamos para alcanzar sueños. Que más daba si nadie más confiaba en ellos. Ya lo teníamos todo.
Pero joder, como doliste cuando dejaste de ser un motor y empezaste a ser piedra. Como dolió decidir que tenía que saltarte sin rozarte para que no volvieras a hacerme caer. Como dolió estar en tu limbo. Como dolió aceptar que mi reflejo en ti había cambiado, y que si quería saltarte sin caer, yo era mi único salvavidas.

-“Baby, it hurts”-.

Te debo el volver a confiar, te debo el volver a creer. Te debo el volver a dar. Te debo el volver a ganarme. Te debo mi paz. Que llegaste sin ruido, sin previo aviso. Y me enseñaste que puede ser fácil. Que no hace falta ser ruidoso para ser fuerte.

-“You found the light in me that I couldn’t find”

Es eso lo que te debo.



*NNA. 
(en mayúsculas de fuerza)

domingo, 26 de agosto de 2018

¿Qué coño hago para salvarme?


Ella no quería que fuesen uno de esos recuerdos que acumulan las calles de la gran ciudad, ni quería ser un abrazo que te recuerda a otro, tampoco quería ser una sonrisa educada, ni miles de planes sin hacer. Lo que ella quería era SER.
Ella no quería que fuesen un recuerdo, quería ser un momento. Uno que durase mucho, un momento del que nunca te cansas, uno que no tienes la necesidad de recordar porque sabes que lo vivirás mañana.
De haber sido tanto, de haber roto sus mapas emocionales, de haber compartido esos abrazos que solo ellos sabían todo lo que escondían. De haber sido tanto, ¿qué coño hago yo ahora?
Qué coño hago con mis ganas de verte, qué coño hago con los sitios que quería enseñarte, qué coño hago con los planes que me pensé solo para ti, qué coño hago con las ganas de mirarte a los ojos, qué coño hago con mis ganas de mirarte la boca mientras te ríes, qué coño hago con mis ganas de hacerte reír. Qué coño hago con mis recuerdos si no quiero que lo sean.
Que jodido es querer a veces, y digo “a veces” por dejarles algo de luz a esos pequeños que aún tienen ansias de querer.
Dime qué coño tengo que hacer conmigo para que sea un contigo, dime dónde tengo que esconderme para que vuelvas, dime por qué has cogido nuestro hilo y le has dado más vueltas de si de las que yo quería, dime cuándo volverás, dime si te espero, y dime qué tengo que escribir en mi libro para seguir escribiendo.  


Yo quiero escribir(me) contigo.

*nna.

lunes, 6 de agosto de 2018

Si se puede

Te encanta cuando fija sus ojos negros clavados en ti sin disimular. Tan intensos que podrían cumplir cualquier sueño que los desvelara. Cuando escuchas una carcajada suya y ves que se la has provocado tu. O cuando aunque no le guste demasiado el contacto en pleno verano, sigue buscando tu calor. Cuando no puede evitar dormirse y lo hace de aquella forma que te encanta mirar. O cuando no hace nada y te deja sin todo, o lo hace todo y te deja sin nada.

Veo que empiezo a escribir sobre ti, veo que tengo un bonito problema en camino.

Sigue buscándome entre la multitud.

*nna.

Madrid en Abril

Ella había idealizado Madrid igual que los niños idealizan a sus héroes. Que quizás no son tan héroes como parecen, pero joder, que bien se vive creyendo en ellos. Ojalá que todas tus noches sean como Malasaña en pleno mes de abril, que todas tus confesiones las siga un beso que te calme lo miedos, y ojalá que siempre dejes entreabierta aquella puerta que tanto te costaba abrir cada noche que volvíais a vuestro refugio madrileño.

Transcribiendo sensaciones.

*nna.

sábado, 28 de julio de 2018

Vuelven sus lagrimas bonitas


Hacía ya mucho que ninguna lagrima salada recorría su mejilla de forma tan dulce. Ella amaba la vida y amaba a cualquier ser que se la hacía más fácil y mágica. Se enamoraba de la magia cada vez que esa bailaba por su alrededor, y cuando ella la atrapaba, el mundo dejaba de existir. Eran: ella, su magia, y quien se la provocaba, y así podía sumar cien noches a solas como si se tratara cada noche de la primera, como si el tiempo no pasase y a la vez se esfumase tan rápido. Te diría que no había vuelto a amar desde aquel frío invierno donde encontró el calor entre tantos que la rodeaban, pero mentiría. Hubo un verano en que las condiciones no existían, donde no pudo esconder más su esencia, y donde por fin se volvió a encontrar, donde cualquier paso que diera en firme la llevaría al bonito error de volver a ser ella, donde agachó la mirada y la fijó en aquello que su corazón no paraba de decirle a gritos que no era su lugar. Te mentiría si dijera que no había vuelto a amar desde ese caluroso invierno, pero es que no lo había dejado de hacer desde aquel frío verano.

Vuelve a enamorarse de un precioso cuerpo cuando duerme.

*nna.