domingo, 14 de octubre de 2018

Llámalo Agosto.


Me acuerdo de agosto.

Me acuerdo de su calor frío, y de sus giros de 360 grados. Me acuerdo de sus idas y venidas, de sus portazos vacíos, y de sus paseos llenos. Y de llamadas, sobretodo de llamadas. 

Me acuerdo de agosto y me acuerdo de su sabor. Olía a verano, olía a risas y a cervezas, olía a olas y a atardeceres en la playa, olía a cambios y olía a encontrarnos detrás de una voz amiga.

Agosto eran llamadas que te llevaban a flote, agosto era escaparse para encontrarse, agosto era conexión en plena desconexión, agosto era una cuesta arriba y una frenada a media bajada. Agosto eran sorpresas, agrias o dulces, pero sorpresas. Agosto era imaginar ir lejos aun quedándose plantado.

Agosto era convencerse de que “todo pasa por algo”, septiembre era creérselo.

Agosto era la risa a medio llanto y la paz en pleno caos. Agosto era encontrar algo sin buscarlo y buscar lo “in-buscable”. Agosto y su antítesis emocional que te agarraba, te abrazaba y te rompía.

Agosto eras Tú y era Yo. Agosto eran ellos que nos unieron más. Agosto era el final de la bajada de julio, pero también la dulce subida de septiembre.

Agosto era buscarnos, septiembre era encontrarnos.

(Y es que para ser septiembre primero hay que ser muy agosto)

*NNA. 



jueves, 11 de octubre de 2018

Suertes.


-“Eh, solo quería volver a mirarte”-.

Todas las veces que nos despedíamos y solo pensaba en volver a verte, en encontrar esa excusa que me salvara para poder volver a respirar un poco de ti. Todos los planes que pensé que llevaban nuestro nombre, y todas las montañas que quería lograr de tu mano. Todas las ganas de vivir un nosotros que nos aislara del mundo y nos diera igual. Porque juntos lo teníamos todo, y brillábamos sin necesidad de nadie más. Porque era nuestro aire lo único que necesitábamos para alcanzar sueños. Que más daba si nadie más confiaba en ellos. Ya lo teníamos todo.
Pero joder, como doliste cuando dejaste de ser un motor y empezaste a ser piedra. Como dolió decidir que tenía que saltarte sin rozarte para que no volvieras a hacerme caer. Como dolió estar en tu limbo. Como dolió aceptar que mi reflejo en ti había cambiado, y que si quería saltarte sin caer, yo era mi único salvavidas.

-“Baby, it hurts”-.

Te debo el volver a confiar, te debo el volver a creer. Te debo el volver a dar. Te debo el volver a ganarme. Te debo mi paz. Que llegaste sin ruido, sin previo aviso. Y me enseñaste que puede ser fácil. Que no hace falta ser ruidoso para ser fuerte.

-“You found the light in me that I couldn’t find”

Es eso lo que te debo.



*NNA. 
(en mayúsculas de fuerza)

domingo, 26 de agosto de 2018

¿Qué coño hago para salvarme?


Ella no quería que fuesen uno de esos recuerdos que acumulan las calles de la gran ciudad, ni quería ser un abrazo que te recuerda a otro, tampoco quería ser una sonrisa educada, ni miles de planes sin hacer. Lo que ella quería era SER.
Ella no quería que fuesen un recuerdo, quería ser un momento. Uno que durase mucho, un momento del que nunca te cansas, uno que no tienes la necesidad de recordar porque sabes que lo vivirás mañana.
De haber sido tanto, de haber roto sus mapas emocionales, de haber compartido esos abrazos que solo ellos sabían todo lo que escondían. De haber sido tanto, ¿qué coño hago yo ahora?
Qué coño hago con mis ganas de verte, qué coño hago con los sitios que quería enseñarte, qué coño hago con los planes que me pensé solo para ti, qué coño hago con las ganas de mirarte a los ojos, qué coño hago con mis ganas de mirarte la boca mientras te ríes, qué coño hago con mis ganas de hacerte reír. Qué coño hago con mis recuerdos si no quiero que lo sean.
Que jodido es querer a veces, y digo “a veces” por dejarles algo de luz a esos pequeños que aún tienen ansias de querer.
Dime qué coño tengo que hacer conmigo para que sea un contigo, dime dónde tengo que esconderme para que vuelvas, dime por qué has cogido nuestro hilo y le has dado más vueltas de si de las que yo quería, dime cuándo volverás, dime si te espero, y dime qué tengo que escribir en mi libro para seguir escribiendo.  


Yo quiero escribir(me) contigo.

*nna.

lunes, 6 de agosto de 2018

Si se puede

Te encanta cuando fija sus ojos negros clavados en ti sin disimular. Tan intensos que podrían cumplir cualquier sueño que los desvelara. Cuando escuchas una carcajada suya y ves que se la has provocado tu. O cuando aunque no le guste demasiado el contacto en pleno verano, sigue buscando tu calor. Cuando no puede evitar dormirse y lo hace de aquella forma que te encanta mirar. O cuando no hace nada y te deja sin todo, o lo hace todo y te deja sin nada.

Veo que empiezo a escribir sobre ti, veo que tengo un bonito problema en camino.

Sigue buscándome entre la multitud.

*nna.

Madrid en Abril

Ella había idealizado Madrid igual que los niños idealizan a sus héroes. Que quizás no son tan héroes como parecen, pero joder, que bien se vive creyendo en ellos. Ojalá que todas tus noches sean como Malasaña en pleno mes de abril, que todas tus confesiones las siga un beso que te calme lo miedos, y ojalá que siempre dejes entreabierta aquella puerta que tanto te costaba abrir cada noche que volvíais a vuestro refugio madrileño.

Transcribiendo sensaciones.

*nna.

sábado, 28 de julio de 2018

Vuelven sus lagrimas bonitas


Hacía ya mucho que ninguna lagrima salada recorría su mejilla de forma tan dulce. Ella amaba la vida y amaba a cualquier ser que se la hacía más fácil y mágica. Se enamoraba de la magia cada vez que esa bailaba por su alrededor, y cuando ella la atrapaba, el mundo dejaba de existir. Eran: ella, su magia, y quien se la provocaba, y así podía sumar cien noches a solas como si se tratara cada noche de la primera, como si el tiempo no pasase y a la vez se esfumase tan rápido. Te diría que no había vuelto a amar desde aquel frío invierno donde encontró el calor entre tantos que la rodeaban, pero mentiría. Hubo un verano en que las condiciones no existían, donde no pudo esconder más su esencia, y donde por fin se volvió a encontrar, donde cualquier paso que diera en firme la llevaría al bonito error de volver a ser ella, donde agachó la mirada y la fijó en aquello que su corazón no paraba de decirle a gritos que no era su lugar. Te mentiría si dijera que no había vuelto a amar desde ese caluroso invierno, pero es que no lo había dejado de hacer desde aquel frío verano.

Vuelve a enamorarse de un precioso cuerpo cuando duerme.

*nna.

sábado, 7 de abril de 2018

Esos ojos cerveceros.


Me encanta cuando las noches del jueves te empiezan a brillar los ojos, tan negros, tan transparentes. Te empeñas en convencernos que es resultado de las dos copas de cerveza que has bebido de más, y de la magia de los jueves. Te encanta hacer planes los jueves, porque siempre terminan llenándote de algo que no sabrías describir, pero que cuando te falta dejas de ser tú. 

Y repito, que me encanta como brillan. Aunque yo creo que el motivo de su brillo va más allá de los grados de alcohol que vas metiendo en tu pequeño cuerpo. 

Ellos brillan porque han descubierto que las perdidas acaban siendo logros, y aunque tu cabeza ya lo supiera y te lo contase cada noche a modo de cuento, tus ojos nunca se han fiado.  

Qué bonito es verte así, que bonito es verlos así. 

+nna.

domingo, 11 de marzo de 2018

Echar de más



Muy de vez en cuando, puede pasar que eches de menos un domingo después de comer, de esos que no hacías nada o te quejabas porque hacías demasiado, puede incluso que eches de menos un sábado por la noche de los que estabas poco a favor pero nunca salías, o hasta puedes echar de menos un lunes por la mañana sin ganas de levantarte o con muchas ganas de hacerlo. 

Puede que eches de menos un verano que ni te pertocaba, o una noche estival que te arrepentiste de no haber pasado con quien era correcto que pasaras. Puede que eches de menos lágrimas, aunque se echan más de menos las risas. Puede incluso, que eches algún cabreo de menos. 

Que irónica es la vida. Cuando menos en paz estás más echas de menos la calma. Y cuando más calma tienes menos la deseas.

Puede que incluso eches de menos lo que nunca llegaste a hacer. O que eches de menos eso que hiciste con desgana, lo hubieras hecho mucho mejor sabiendo que era el último. 

Echas de menos muchas sonrisas robadas a traición, eso sí. 

Lo que tienes la suerte de no echar de menos por seguro, es esa sonrisa tuya sin importar quién te la provoque. Esa no vas a echarla jamás de menos. Pobre aquél que algún día la eche de menos, porque él si que nunca más va a poder tenerla. 

Que suerte tú que la ves cada día. 

Y suerte la tuya también que solo echas de menos muy de vez en cuando. 

Tú siempre de más.

(Que suerte que no puedas echar de menos lo que solo tuviste en tus sueños. Que suerte que aún puedas vivirlo por primera vez) 

*nna.

martes, 27 de febrero de 2018

Dulce fénix caprichoso


Libre y caprichosa como siempre. Con esa capacidad tuya de latir por cada sueño, aunque lo tengas tan lejos que apenas sientas los destellos de su luz. 
Lates en cada cuento que inventas, en cada historia que imaginas, siendo tú la protagonista. 
Y te vuelves a acelerar. 
Y vuelves a subir tan alto que dejas de oír el eco que te llega des del suelo.
Te encanta imaginar y darle vida a tus sueños, al final, siempre acabas topando con el quién la sigue la consigue. Y por eso nunca te daña soñar, porque te ves capaz de volver realidad cada beso, cada abrazo. Y hacer posible cualquier subida a la cima aunque no hayas hecho jamás más de cien metros sin rechistar.
Eres quejica, y a todo te encanta darle su toque de drama. Tu equilibrio reside en que en cada pizca de drama que añades a la historia, le sumas ilusión. Y así, los dramas son más dramas, pero también los sueños son más mágicos.
Crees en la mágia. La de los momentos, los rincones y las personas. Pero también sabes que la mágia solo reside en aquellos que viven para encontrarla.  
Te encanta encontrar respuestas en ojos. Y ganas en sonrisas. Crees en el poder de la esencia de las personas, y te encanta aprender a leerlas.
Eres sensiblemente fuerte. Ríes rompiendo miedos, y lloras rompiendo corazones.
Odias dudar, pero cuando decides, no hay otro rumbo que valga.
Eres tan tozuda que más de una vez sacas de los nervios, pero cuando te endulces, salvas.
Siempre te acuerdas de los tuyos, pero a olvidar no hay quién te gane.

Sigue viviendo.